martes, 12 de abril de 2011

Daguerrotipo


A su paso por París, Niépce muestra interés por el diorama, una atracción que daba cabida a espectáculos ópticos y que había diseñado Daguerre realizando una variante del Panorama inaugurado en Londres por Robert Beker en 1792. Niépce entra en contacto con Daguerre en 1828 (gracias al contacto del óptico Chevalier) con la intención de intercambiar información de sus descubrimientos, hecho que les lleva a firmar en diciembre de 1829 un contrato de asociación por el cual Niépce entregaba todos sus estudios sobre heliografía a Daguerre y éste hacía lo mismo con el Diorama. A partir de entonces ambos trabajaron en la mejora de obtención y fijado de imágenes tomadas del natural (ya que hasta entonces una de las aplicaciones de la heliografía era la reproducción de grabados y dibujos). Hasta 1833, fecha de la muerte de Niépce, sendos investigadores trabajan en paralelo intercambiando información de sus avances. A partir de esa fecha es Isidore, hijo de Niépce, quien hereda el contrato que su padre mantenía con el dueño del diorama. Daguerre aprovecha este momento para proseguir sus investigaciones en silencio evitando que Isidore, que apenas había participado en el proceso, tome el relevo de la investigación. Daguerre, que ya en 1832 había tomado otra dirección en sus investigaciones utilizando placas de plata como soporte en lugar de las de cristal por las que optó Niépce, viaja en 1837 a presentar sus adelantos a Isidore, quien queda maravillado. Entre otras mejoras destaca el tiempo de exposición, reducido a tres minutos (frente a las ocho horas que se precisaron para el “Punto de vista de Le Gras”). Isidore, incapaz de cualquier aportación científica, accede a la modificación del contrato firmado por su padre indicando que se trata de “un procedimiento inventado por Nicéphore Niépce y perfeccionado por J. Louis-Mandé Daguerre”.

La presentación del daguerrotipo en 1839 que conllevaría la compra de la patente por parte del gobierno francés borró cualquier vestigio del nombre de Niépce. Gracias al contrato que Isidore mantenía con Daguerre, ambos consiguieron una pensión vitalicia de 4000 y 6000 francos anuales respectivamente en compensación por los gastos asumidos para llevar a cabo el proceso fotográfico.

En 1841 Isidore publicaría un libro que reclamaba la paternidad del invento para su padre. También demostraba las aplicaciones que Niépce quiso dar a la heliografía mucho más allá de la mera reproducción pictórica, base sobre la cual se apoyaron malintencionadamente Daguerre y el Secretario de la Academia de las Ciencias, François Aragó (que había mostrado gran interés por el invento de Daguerre) para negar la postedad de la patente a Isidore.

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