"Queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y contra toda vileza oportunista y utilitaria (…) No existen categorías de imágenes, nobles o groseras o vulgares, excéntricas o naturales. La intuición que las percibe no tiene preferencias ni prejuicios (…) Nuestro objetivo es subrayar la gran importancia para el arte de todas las asperezas, disonancias y de la pura tosquedad originaria (…) Hoy, los jirones de las banderas son más bellos que un vestido de baile, el tranvía pasa como una flecha a lo largo de las señales de acero de igualdad matemática, la noche vomita de sus fauces espumantes los expresos incandescentes de los letreros luminosos, las casas se quitan los cabellos de hierro para crecer e inclinarse ante nosotros (…)
La máquina ha traspasado con su rugido cada segundo del tiempo… Yo lo reflejo todo y todo se refleja en mí, el canto de los astilleros y de las fábricas, los vientres de las estaciones, el volante del disco solar que gira entre los dientes de las nubes, las locomotoras que como profesores encanecidos han perdido en su carrera mechones de cabellos de humo y llevan largos bigotes de blanco vapor, los rascacielos con los forúnculos hinchados de los balcones…”
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